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Wednesday, May 31, 2006

Hacia El Manchón



Ese Sábado llegamos a Villa Paulina pasadas las 4p.m., después de levantar campamento cerca del río y con parrilla disponible, decidimos ir a reconocer la ruta a seguir el día Domingo, aunque la semana pasada ya lo habíamos hecho, esta vez queríamos asegurar una partida rápida y así ver desde el valle el camino que seguiríamos al subir la empinada ladera hacia el filo que nos llevaría directamente al Manchón. Primero, ubicamos el lugar de cruce del río, y luego a grosa vista fijamos imaginariamente el sendero hacia el filo principal. La ruta se veía clara y fácil de seguir. La tarde estaba fresca, el pronóstico del tiempo era favorable, solo esperábamos baja temperatura durante la noche, no obstante, confiábamos que no sería tanto. Mientras anochecía, volvimos al campamento, para preparar un modesto pero jugoso asado, una once bastante contundente, luego la conversa y la preparación de lo que llevaríamos al día siguiente en la ascensión, nos fuimos a dormir muy temprano, Villa paulina contaba con bastantes visitantes, la noche fue tranquila, tibia, de la baja temperatura esperada, nada, al contrario, se sentía una brisa muy cálida.

A las 06:00a.m. Mauricio me despertó, minutos después, ya estábamos desayunando, faltando minutos las 07:00 iniciamos la marcha, en tanto que otro grupo grande de personas también se preparaban para una excursión al Glaciar.

Tomamos la misma quebrada de la semana anterior, sólo que esta vez, nos moveríamos más hacia el norte, acercándonos lo más posible hacia la quebrada de ascenso oficial indicada por el mapa, la primera parte del ascenso, fue dura, al mismo tiempo pausada, antes que rayara el sol ya estábamos en el filo, y más tarde llegamos al punto cero en donde quedamos la semana anterior. La Cumbre del Manchón esta precedida por 5 gendarmes, mucha roca, y la inclinación muy variada, el orden que llevábamos era; atrás Mauricio, luego Malba y adelante este servidor, buscando sendero, espero haberlo hecho bien, Mauricio se veía agotado, Malba menos cansada pero muy dispuesta, este servidor, con muchas ansias de lograr el objetivo trazado.

Pasadas las 10:00 ya habíamos rodeado el primer gendarme, el ánimo era bueno, desde ese punto, se siguió la ascensión por el lado oeste de la montaña, a medida que avanzábamos, se veía un incipiente sendero que aparecía y desaparecía, en cierta forma íbamos buscando camino. En el 2do gendarme cambiamos hacia el lado oriente de la montaña, aun no había esperanzas de que el camino mejorara, Mauricio seguía atrás, Malba pasó adelante y yo seguí por un sendero mas bajo paralelo a Malba, comencé a preocuparme por Mauricio, que cada vez quedaba mas atrás, a esa altura podría producirse algo de puna. Cada vez que pasábamos un gendarme descansábamos como 10 minutos, teníamos el tiempo justo, la mañana era radiante, aunque lentamente comenzó a correr un viento norte muy helado, el sol brillaba pero hacía frió, la fatiga era mitigada por la esplendorosa, maravillosa, e imponente vista de toda la cordillera que a medida que subíamos se abría como una flor en primavera, el dolor de piernas, la sed, y las incomodidades del camino eran nada ante toda esa belleza.

Ya pasado el mediodía nos encontrábamos en el 4to gendarme, el cansancio era muy notorio, Mauricio se veía muy agotado, Malba seguía firme, yo ansioso, me convencía que faltaba poco, ya vislumbrábamos el sendero final, un rato antes nos habíamos cruzado con un grupo de montañeros que bajaban, solo el saludo y seguimos camino, ellos habían acampado cerca de la cumbre, fueron producto de nuestra admiración. Ya en el 5to gendarme, Malba y yo decidimos dejar las mochilas para subir lo que creíamos era la cumbre , con ello Malba decía que le daríamos mas esperanza a Mauricio , quien se veía en la ladera tras nosotros, piolet y bastones en mano mas agua, seguimos sin mochila hacia la ansiada Cumbre, un gran montículo que termina en una punta perfecta, al llegar arriba, mi ansiedad me traiciona y grito “CUMBRE”, pero no era así, había otra loma a unos 500 metros que también creímos era la verdadera cumbre, un último y dramático esfuerzo nos llevo a seguir, vimos que Mauricio se detuvo en el lugar donde dejamos las mochilas, luego nos contaría que a pesar de su cansancio había subido este último gendarme y que estando arriba se había dado cuenta que no era la cumbre, decidió volver hasta la pirca y descansar mientras nos esperaba.

Ya en la cima de la loma, nos convencimos que estábamos en la cumbre final, fotos, filmé algo con mi modesta cámara, la vista era espectacular, el Plomo hacia el este, Arqueado de barrera hacia el poniente, San Ramón, Provincia hacia el sur, los villorrios de La Parva, Farellones, y el Colorado hacia el Sur este, todo era fascinante, no obstante, hacia el nor- este, el filo seguía y terminaba en una cumbre color amarillo rojo a mas de 600 metros, la duda nos dejo intranquilos, ya era las 2p.m. y debíamos emprender el regreso, 20 minutos después, estábamos con Mauricio, muy cansado, malhumorado quizás tal vez por el mismo esfuerzo, por no poder seguir nuestro ritmo, bueno, el caso es que ese fue el momento en que comimos tranquilos y como a las 3 p.m. comenzamos a bajar, piedras y mas piedras, por momentos lo comparamos con la ascensión al Plomo, también por lo caminado con la excursión al Arqueado de Barrera.

La tarde avanzaba a nuestro paso, llegamos hasta el inicio de la quebrada de agua blanca y como el domingo anterior descendimos por el mismo camino hasta alcanzar el sendero del valle que nos llevo al río y luego a Villa Paulina.

Fue una gran aventura, sin cóndores que nos animaran, como muchas otras, diferente, como otras, cansadora, pero con el espíritu renovado.

Hoy revisando los datos, nos damos cuenta que la cumbre real era ese último cerro amarillo que contemplamos dudosos en la loma redondeada....


La voluntad es fuerte, así es que ya volveremos...

Jose Figueroa Sánchez

P.S. Este cerro es una gran oportunidad para entrenarse físicamente por un lado y por otro, una excelente ocasión para practicar la paciencia y la constancia. Además, siempre debemos tomar a la montaña en serio y nunca subestimarla: la cumbre está a más de dos pasos. Malba

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